El modelo de J. Rojas-Bermúdez

Desde la década de los 60, Jaime Rojas-Bermúdez, partiendo del encuadre sicodramático moreniano y tomando algunos de sus elementos teóricos, introdujo modificaciones e innovaciones en la teoría y la metodología que ampliaron el ámbito de aplicación del sicodrama y sus posibilidades terapéuticas. Así, Rojas-Bermúdez desarrolló la teoría del «Núcleo del Yo y Esquema de Roles», la conceptualización acerca del Objeto Intermediario, de las Imágenes Sicodramáticas, la Sicodanza, las Técnicas de Comunicación Estética, etc. La búsqueda de conceptos que dieran cuenta de lo observado clínicamente llevó a integrar elementos de la sicología evolutiva, la neurofisiología, la etología, el sicoanálisis

Los principales elementos del Modelo de Rojas-Bermúdez son:

  • Elaboración de un esquema referencial sobre la personalidad: Núcleo del Yo – Esquema de Roles, que incluye aspectos evolutivos, sicopatológicos, individuales e interrelacionales.
  • En función de este Esquema de Roles se ubican los diferentes encuadres sicodramáticos, sicodrama (individual y grupal), sociodrama, aprendizaje de roles y juegos dramáticos, que marcan diferentes objetivos y límites a la tarea.
  • Énfasis en las formas, que focalizan la tarea sicoterapéutica, en función de sus significados y contenidos. Importancia especial de las formas visuales: la construcción de imágenes, que se complementa con la línea de lo vivencial más habitual (dramatizaciones).
  • Jerarquización de lo corporal: caldeamientos corporales, sicodanza, que implementa la música y el movimiento.
  • Especial atención a las funciones de los objetos en la sicoterapia, con diferentes pacientes: objeto intermediario e intraintermediario (títeres, máscaras…)
  • Introducción del concepto de contextos en la comprensión del encuadre sicoterapéutico y sicodramático.
  • Introducción del concepto de unidad funcional, que explicita la relación entre los integrantes del equipo terapéutico y de cada uno de ellos con el grupo y con el protagonista.
  • Énfasis en la etapa de caldeamiento (como organización de la trama grupal de la cual surge, recortándose como forma, el protagonista) y diferenciación entre caldeamiento inespecífico y específico.

A partir del sicodrama moreniano, basado en la dramatización y juego de roles, que enfatiza lo emocional, lo vivencial y lo catártico (catarsis de integración), la escuela de Rojas-Bermúdez va integrando aportaciones de otras ciencias y teorías sicoterapéuticas, utilizando la estructura formal del sicodrama de Moreno más que sus métodos y planteamientos teóricos, y pasando en un primer momento por el sicodrama con encuadre sicoanalítico (Instituto de NeurosisHospital de NiñosHospital de Clínicas de Buenos Aires, 1957 -1961).

A la labor clínica en hospitales e instituciones de salud mental se añadió un trabajo de dimensión y repercusión más amplia, desarrollado con grupos abiertos en instituciones y lugares públicos (Asociación de Sicología y Sicoterapia de GrupoTeatro de Artes y Ciencias…), sumando a esto las experiencias continuadas de cinedrama y teatrodrama (Buenos Aires 1960 – 1970).

Al introducir el sicodrama en los grandes hospitales siquiátricos en la década de 1960 (como el Hospital Nacional José T. Borda) y trabajar con pacientes sicóticos con largos periodos de internación, se buscó la inclusión de otros recursos terapéuticos que, en primer lugar, permitiesen la comunicación con estos pacientes. Esta búsqueda llevó al campo del arte. Los títeres, en particular, resultaron especialmente efectivos,  y bien conocidos titiriteros y mimos argentinos (como Ariel Bufano y Beatriz SuárezÁngel Elizondo.) colaboraron en el tratamiento, como yo-auxiliares.

La riqueza de los resultados y la necesidad de integrar estos nuevos elementos en la teoría y la metodología lleva a la elaboración de una nueva conceptualización Así, partiendo del sicodrama tradicional de J. L. Moreno, Rojas-Bermúdez, desde el inicio,  ha modificado y ampliado elementos de  teoría y metodología elaborados desde su aplicación clínica,  integrando   aportaciones de otras ciencias (neurociencias, etología, sicología evolutiva) y otras teorías sicoterapéuticas, como el sicoanálisis, hasta configurar un nuevo modelo de sicodrama y de la práctica sicodramática. Este modelo marca un giro importante a un sicodrama basado en las formas y especialmente en las formas visuales, cuyo paradigma es la imagen sicodramática.

Sus estudios han aportado al sicodrama una comprensión de la evolución y estructura de la personalidad y la sicopatología (núcleo del yo – esquema de roles) acorde con la metodología, con sólidos basamentos en lo evolutivo, lo etológico  y lo neurofisiológico;  nuevos desarrollos en técnicas y conceptos, derivados de la experiencia clínica, como objeto intermediario e intraintermediario, lectura de formas, construcción de imágenes sicodramáticas, sicodanza… haciendo especial énfasis en las formas y la representación, que se puede resumir :

Elaboración de un esquema de referencia para comprender aspectos evolutivos, estructurales y patológicos de la organización mental y la personalidad: núcleo del yo – esquema de roles, que integra aspectos individuales e interaccionales.

En función del esquema de roles se consideran los diferentes encuadres sicodramáticos: sicodrama individual y grupal, sociodrama de pareja, de familia, de institución, aprendizaje de roles. Asimismo, la noción de contextos  (social, grupal, dramático) en la comprensión del encuadre sicodramático.

Implementación de las funciones de los objetos en sicoterapia y su utilización en diferentes casos y situaciones: objeto intermediario e intraintermediario, objetos auxiliares, objetivadores terapéuticos.

Introducción del concepto de unidad funcional, que explicita la relación entre los integrantes del equipo terapéutico (director-yo auxiliar) e instrumentos del sicodrama, y en los distintos contextos de la sesión.

Jerarquización de lo corporal como vía de acceso a lo mental : caldeamientos corporales, sicodanza, que integran  en el encuadre sicodramático  el movimiento y la música. Es decir, el cuerpo ya no sólo en las vivencias y emociones, sino el cuerpo como generador de formas que significan y que son exploradas en sus significados. La sicodanza (con los primeros grupos, a partir de 1961) cobra un nuevo impulso: como metodología sicoterapéutica muy apropiada para la sicopatología que implica dificultades respecto a la comunicación verbal, por exceso, por defecto o mal uso (neurosis obsesivas, sicopatías, depresiones…).

Importancia de las formas, tanto en el proceso de organización mental y la personalidad (estructuras genéticas programadas) como en la metodología, que explora sus significados y contenidos. La construcción de imágenes o imágenes sicodramáticas, que converge con los estudios de las neurociencias  y se complementa con la línea más vivencial de las dramatizaciones.La forma pasa a ser el  eje de lo sicodramático, como elemento fundamental para la comunicación  y elaboración en sicoterapia y como guía para la labor del director de sicodrama.